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Siglo XXI fin de la humanidad (IMPRESO)

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Múltiples son las facetas que hasta ahora ha manifestado este llanero nacido en el año 40 del Siglo próximo pasado, en San Nicolás, Hato Corozal (Casanare - Colombia). Su padre, Bonifacio Sanchez Gutiérrez, fue uno de los colonizadores que comenzaron a extender la frontera agropecuaria hacia Vichada, en medio de un sangriento conflicto entre Indios y Colonos, disputando la posesión del territorio a Piapocos, Chiricoas, Puinaves y Cuivas que defendían sus cotos de caza y pesca, asesinando con sevicia y crueldad a quienes pretendieran levantar asentamientos y establecerse en la región.
El trato con indios mansos lo llevó a departir en su cultura al empezar a relacionarse y entender algunas lenguas; aprendiendo también como consumado llanero faenas rudas y peligrosas. Con sólo 10 años, a consecuencia de la violencia de los años 50’s, comenzó el primer peregrinaje como desplazado para ir en el seno de su familia al Zulia (Venezuela) cuando los alzados en armas de la época pretendieron apoderarse de Caviona y La Portuguesa, hatos propiedad de sus padres.
En 1953 volvió a Colombia cuando hubo la paz y sus padres se radicaron en Tame (Arauca) donde completó la formación escolar para finalizar la secundaria en Bogotá. Como bachiller a los 20 años, con los bríos de la juventud ingresó al DAS en la época en que, el coronel Eduardo Román Bazurto convocó personal capacitado e idóneo para conformar el cuerpo de Rurales del Llano: hombres bragados, decididos y conocedores del medio y su barbarie, dispuestos a combatir maleantes y abigeos, remanente de antiguos revolucionarios en el momento temibles bandoleros que azotaban la región.
En 1970, siendo jefe de la Seccional de Arauca, se retiró y comenzó como empresario un asentamiento agropecuario en Tame, del que fue expropiado cuando cumplía labores como comerciante de ganados, tierras y caballista; hasta que en 1985 obligado por la guerrilla tuvo que abandonar la propiedad e irse a iniciar en el casco urbano, una urbanización: 15 casas. En esa situación
la guerrilla consideró pedirle cuotas extorsivas que, por su formación y carácter, se negó pagar. Amenazado tuvo que comenzar un nuevo periplo que lo llevó con su esposa e hijos, a tratar de ensombrecerse en Guainía; pero después de ser localizado y obligado a transferir la propiedad de la nca que había abandonado a un testaferro de la guerrilla, tuvo que volver a esconderse en el anonimato de la capital del país, donde empezó de cero, otra experiencia de vida.
Vaquero de toro, caballo y soga, durante los siguientes 30 años, en condición de desplazado por la violencia y el marginamiento consecuente a que fue sometido por diferencias ideológicas; procurando la educación y formación de los hijos, sin dejar de ser un llanero cien por ciento regionalista y amante de su lar nativo, inició una sugestiva acción periodística y de arte literario para
denunciar, no sólo la tragedia propia, sino actos de violencia, desigualdad social y corrupción, lo que ha mantenido constante amenaza para acallar su pluma.

                             

 

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